Jose Carlos Mariategui 1930-2011

Jose Carlos Mariategui   1930-2011
SABEIS QUIEN ES MARIATEGUI ?, PUES BIEN , ES UNA NUEVA LUZ DE AMERICA , EL PROTOTIPO DEL NUEVO HOMBRE AMERICANO, HENRI BARBUSSE. Mausoleo en Lima Peru . Cementerio Presbitero Maestro.

lunes, 14 de mayo de 2012

MEM aplaza proyecto sobre hidroeléctrica de Inambari hasta el 2020 | SPDA Actualidad Ambiental

FUENTE
MEM aplaza proyecto sobre hidroeléctrica de Inambari hasta el 2020 | SPDA Actualidad Ambiental




MEM aplaza proyecto sobre hidroeléctrica de Inambari hasta el 2020

El Ministerio de Energía y Minas (MEM) señaló que el proyecto sobre la construcción de la Central Hidroeléctrica de Inambari será postergado hasta el 2020, pese a que la demanda de electricidad podría crecer hasta en 14% dentro de pocos años.
Según el estudio de la Nueva Matriz Energética Sostenible (NUMES), informa Gestión, el MEM desestimará esta central (de 2 mil MW) y apostará por otras de menor capacidad de generación eléctrica (que suman 2030 MW), las cuales se ejecutarán entre los años 2012 y 2017.
El NUMES indica además que al año 2040, la demanda de electricidad en nuestro país será de 25 mil MW, volumen que sería inferior al potencial de generación disponible. Actualmente, nuestra capacidad de generación es de aproximadamente 5 mil MW y está casi a la par con la demanda energética.
Ante estas cifras, el estudio incluye como una posibilidad la ejecución de Inambari para el periodo 2020 – 2040. Sin embargo, más adelante indica que –en diversos escenarios– la mejor opción es no incluir dicho proyecto, debido a su impacto en la biodiversidad del lugar.
Cabe recordar que la Central Hidroeléctrica de Inambari pretendía ser ejecutada por la empresa EGASUR, que agrupa en consorcio a las empresas brasileñas OAS, FURNAS y Eletrobras. En octubre de 2010, venció la concesión temporal de EGASUR, y a fines de 2011 el Estado declaró en abandono el proceso de participación ciudadana en el marco del EIA, volviendo este trámite a fojas cero.
PAKITZAPANGO SÍ ESTARÍA INCLUIDO
Sobre el tema, el sociólogo de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), Juan Luis Dammert, indicó que “la NUMES es el producto de una consultoría encargada por el MINEM con financiamiento reembolsable del BID, pero esto no ha sido incorporado a la política pública sino que se trata de un insumo para la toma de decisiones”.
“Si bien el estudio señala que las hidroeléctricas en la Amazonía no son recomendables en términos de sus altos impactos en las áreas silvestres y áreas naturales protegidas, en diversos escenarios proyectados se incluye no solo a Inambari sino también a Pakitzapango, en el río Ene, en tierras Ashaninkas”, agregó.
Sobre las implicancias de esto, el experto señaló que “Pakitzapango es complicado porque socialmente ese proyecto es incluso más inviable que Inambari, ya que supone el desplazamiento de miles de Ashaninkas que claramente han expresado su rechazo al proyecto”.
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Foto: Thomas Mueller / Archivo SPDA

jueves, 10 de mayo de 2012

Rebelion. Entre el fracaso de las políticas de rescate y el efecto de las políticas procíclicas

FUENTE
Rebelion. Entre el fracaso de las políticas de rescate y el efecto de las políticas procíclicas
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=149314


Crisis económica mundial
Entre el fracaso de las políticas de rescate y el efecto de las políticas procíclicas



Crisis económica y crisis sistémica
Tras los primeros síntomas de la crisis económica, la quiebra de Lehman Brothers a mediados del 2008, marcó en la consciencia mundial el inicio de esta fase del ciclo económico capitalista. El impulso arrollador de la crisis del sistema –necesitado de corregir las contradicciones acumuladas a lo largo del tiempo-, rápidamente se expandió por todo el mundo, trastornando la vida de millones de personas.
Casi cuatro años después, la crisis persiste, y en su haber cuenta con significativos impactos para la economía global [1] :
  • La CEPAL (2009), considerando la cantidad de economías involucradas y el porcentaje del PIB mundial comprometido, ha calculado que esta crisis supera a todos los episodios similares desde que en 1929 se desatara la “Gran Depresión”.
  • La Organización Mundial del Comercio registró durante el 2009 una contracción en términos reales del 12,1% del comercio mundial, la mayor caída en más de siete décadas (OMC, 2010 y 2011).
  • Ese mismo año, según las Naciones Unidas, se produjo una disminución del Producto Bruto Mundial (PBM) del 2,4% (ONU, 2011).
  • Entre 2008 y 2009, en un año y cuatro meses, las bolsas de valores perdieron una capitalización de 34,4 billones de dólares, un equivalente al PIB combinado de Estados Unidos, la Unión Europea y Japón (Liu, 2010).
  • Los efectos de la crisis sobre el empleo, según cálculos de la Organización Internacional del Trabajo, resultan aún más persistentes y elevan la cifra de desempleados a casi 200 millones [2] (OIT, 2012).
A esta negativa evolución de la economía mundial, ha venido asociado el drama humano que a su habitual escenario en el Tercer Mundo suma el deterioro de la situación en los países más desarrollados. Una aproximación a la situación actual de la pobreza revela que:
· En Estados Unidos 49,1 millones de personas son pobres, o sea, el 16% de la población (Reuters, 2011).
· En la Unión Europea el 23,4% de la población se encontraban en riesgo de pobreza o de exclusión social, en total 115 millones de seres humanos (Eurostat, 2012c).
· En Japón, célebre por su elevado desarrollo humano, bajo esta crisis se publicaron por primera vez cifras oficiales de la pobreza, ubicando en esta categoría a 20 millones de personas, es decir el 15,7% de la población (Fackler, 2010).
· Los países del Sur, relativamente menos impactados por los efectos recesivos de la crisis económica, pero aún bajo las condiciones de crisis social estructural, suman a estas cifras, 1,29 mil millones de personas en la indigencia, y 2,47 mil millones de pobres (Banco Mundial 2012b y Aceprensa 2012) [3] .
Y estos impactos sociales y económicos, no se presentan como dimensiones aisladas del mundo inmerso en una tradicional crisis económica cíclica. El panorama global es mucho más complejo, y se caracteriza por la presencia de una crisis sistémica. Precisamente, es esta situación a la que Atilio Borón (2009) llama crisis “integral, multidimensional y civilizacional”, Ignacio Ramonet (2011) denomina “haz de crisis”, Jorge Beinstein (2008) identifica como “colapso de la civilización burguesa”, o que Osvaldo Martínez (2012) nombra como un “fallo orgánico múltiple” del sistema. Es, en síntesis, una crisis de múltiples esferas dentro del modo capitalista de producción, cuya actuación no se limita solo a lo económico o lo social, e incorpora dimensiones como la ambiental, la alimentaria y los recursos naturales –especialmente los combustibles fósiles-, entre otras.
Pero no solo en el terreno de lo objetivo tiene lugar una crisis. Esta también se ha extendido al pensamiento económico dominante. El fracaso estruendoso del neoliberalismo –ese que propugnaba la necesidad de una absoluta libertad de los mercados, donde bajo el hechizo de la autorregulación se eliminaban las posibilidades de ocurrencia de la crisis- ha estado acompañado por el renacimiento de una retórica con tintes keynesianos, cuyas expresiones concretas de intervención estatal en la economía [4] han sido limitadas al mero hecho del soporte financiero para el capital en apuros, mientras que la regulación de la actividad económica –uno de los pilares desarrollados en el pensamiento de Keynes- apenas ha trascendido. Esta intervención estatal sin regulación, es de hecho una de las características más sobresalientes del contexto actual (Martínez, 2012).

La persistencia de la crisis y el fracaso de los rescates.
Al iniciarse de la crisis, junto a la conmoción económica, también fueron estremecidos los recuerdos de las clases dominantes a nivel mundial. En ese momento se evocaba la inacción del Estado en el momento del estallido de la llamada “Gran Depresión” o Crisis del 1929 al 1933, y los debates posteriores sobre si este comportamiento habría contribuido –o hasta que punto lo había hecho- a profundizar los efectos catastróficos de dicha crisis económica.
Es entonces que sin esperar mucho, ante el nuevo escenario comienza una fase de activa intervención estatal en la economía, a través de políticas de rescate, dirigidas a frenar la catarsis del sistema que comenzaba a mostrarse con toda su fuerza destructora. Por su magnitud, estos “salvatajes” han sido cuantiosos, y de cierta forma contribuyeron a detener la destrucción de fuerzas productivas. Sin embargo, más allá de sus propósitos, estos llevaron a la economía a un estado donde se detuvo la caída, pero no han sido capaces de producir una reanimación que saque al sistema de su aletargamiento (Martínez, 2010).
Casi cuatro años después del comienzo de la crisis, la economía mundial no recupera su dinámica endógena de crecimiento y prevalecen –fundamentalmente en los países más desarrollados, - las tendencias hacia el estancamiento y la recesión. Ello se expresa en el comportamiento de la economía global en su conjunto. Si durante el año 2010 el PBM alcanzó un crecimiento del 4%, al año siguiente, se incrementa solo un 2,8%, y las previsiones para 2012 indican que su crecimiento será menor (ONU, 2011).
Este enlentecimiento en la evolución de la economía mundial no ha llegado solo, pues se hace acompañar del agotamiento en las opciones que brinda la política económica para detener el impulso destructor de la crisis cíclica, un escenario que se ha denominado como una “crisis de las soluciones”.
Recurriendo a la teoría, las principales herramientas de la política macroeconómica a disposición de los estados, serían: la política comercial, de control de precios y salarios, la política monetaria y la política fiscal [5] . Profundizar en este panorama de “crisis de las soluciones” implica entonces la necesidad de un acercamiento al manejo y situación actual de los mencionados instrumentos.
Bajo los efectos de esta crisis, la política comercial apenas ha sido modificada. Aunque se haya hecho evidente cierto sesgo proteccionista, fundamentalmente en los inicios de la crisis, ha quedado prácticamente intacta la retórica librecambista que impulsa la OMC y que tan conveniente resulta para el desahogo de los excedentes productivos que genera la debacle económica. En este sentido, quizás se recuerdan con amargura los días de la “Gran Depresión” del 1929 al 1933, donde tras el abandono del patrón oro, y la adopción de políticas para “empobrecer al vecino”, se creó un escenario de guerra comercial que agravó aún más la difícil situación imperante (Cameron, 2004).
La coordinación multilateral, ha sido incapaz de conducir a puerto seguro a la economía capitalista. El G-20 [6] , flamante grupo de concertación y respuesta, no ha logrado ir más allá de un discurso matizado por tendencias reguladoras de la actividad económica y una manifiesta incapacidad para concretar acciones. La Unión Europea se muestra desunida cuando se habla de emitir eurobonos, o de solucionar la crisis de la deuda y mientras ello sucede este bloque continúa en el centro de los debates sobre la crisis económica mundial.
Tampoco la política orientada al control por el Estado de precios y salarios, comúnmente llamada “política de rentas” se ha utilizado activamente. Sin lugar a dudas ello sería un imperdonable ultraje contra el neoliberalismo, golpeado, pero resistente. Los controles de salarios [7] y precios han quedado excluidos de un contexto, donde precisamente la especulación con los elevados precios alcanzados por los alimentos y otras “commodities”- o productos básicos-, ha contribuido a complejizar la situación para los más pobres; y persiste sin consideración de ningún tipo, pues ello resulta rentable para las instituciones que no dudan en utilizar el hambre de muchos para enriquecerse aún más.
Como era de esperar, las políticas monetaria y fiscal [8] han sido los principales instrumentos a los cuales se ha recurrido para enfrentar la crisis económica. El Bank of England – el Banco Central del Reino Unido- al calcular el monto de la operación, estimó la cifra en 14 billones de dólares, mientras que el profesor David McNally al analizar estos datos, agregaba otros “salvatajes”, que elevaban la suma a los 20 billones de dólares (McNally, 2010). En este punto, se impone un análisis más detallado del manejo de ambas políticas
La política monetaria, ha sido eminentemente expansiva, y se ha concentrado en realizar sustanciosas emisiones para suministrar liquidez al sistema. Como una muestra de la magnitud de la operación, recientes cálculos indican que los bancos centrales de Estados Unidos, Reino Unido, Japón y de la zona euro, han desembolsado tanto dinero que sus balances de cuentas han alcanzado un total combinado récord de 8,76 billones de dólares (AP, 2012). Sin embargo, el crecimiento de la masa monetaria tiene sus límites, y esta política solo ha sido completamente efectiva para permitir el regreso de las peligrosas operaciones de la economía casino (especulación financiera), mientras que se acrecientan las posibilidades de un proceso inflacionario capaz de colocar a la economía global en una situación de estanflación. Adicionalmente, las inyecciones de capital han contribuido a encender antiguas contradicciones que en cierto momento colocaron al mundo al borde de una confrontación cambiaria.
Las tasas de interés, al ser mantenidas en mínimos históricos –es el caso de Estados Unidos, Japón y Europa- más que favorecer la expansión del crédito, lo que ha hecho es propiciar una “fuga de divisas inversa” desde aquellos países hacia los países subdesarrollados –fundamentalmente economías emergentes- donde el diferencial de intereses permite obtener mayores ganancias.
Sobre estos manejos pudiera mencionarse el comportamiento de la Reserva Federal (Fed), en Estados Unidos. Con tasas de interés cercanas a cero, no ha dudado en realizar gigantescas compras de dudosos activos hipotecarios, e implementar billonarios planes conocidos como de “flexibilización cuantitativa”. Al respecto el economista de Harvard Martin Feldstein precisaba la puesta en práctica de estos planes a partir del verano de 2008. Durante la década anterior, el monto total de las reservas de la Fed se había mantenido prácticamente sin cambios, variando entre 40 mil millones y los 50 mil millones. Sin embargo, entre Agosto y Septiembre de 2008 el volumen de estas se duplicó y luego explotó hasta llegar un año después a los 800 mil millones de dólares. Para junio de 2011, las reservas se encontraban en 1,6 millones de millones y se han mantenido en ese nivel (Feldstein, 2012b). A pesar de ello, más allá de inundar los balances de las grandes instituciones financieras, estos cuantiosos recursos no han calado hacia la inversión productiva, y adicionalmente, han servido para esbozar una “Guerra de Divisas”, incentivada por la mejora relativa de la competitividad de las exportaciones norteamericanas, alcanzada sobre la base de un dólar devaluado. (Andrés, 2012).
La política fiscal ha sido el otro baluarte del rescate económico. Al respecto podrían mencionarse los publicitados planes de estímulo que promovieron los presidentes de Estados Unidos George W. Bush, y Barack Obama, los múltiples rescates instrumentados por los países europeos o el estímulo económico implementado por Japón. Todas las cifras del “salvataje” negociadas inicialmente, luego se fueron ampliando a través de programas complementarios elaborados en función de las exigencias generadas por el creciente deterioro económico. Un ejemplo de ello, resulta la reciente elevación de la capacidad máxima de préstamo combinada del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera y el Mecanismo Europeo de Estabilidad, que de 500 mil millones, llegará a los 700 mil millones de euros (EFE, 2012a).
En todo caso, la búsqueda de las magnitudes exactas de las políticas de rescate -bastantes divergentes entre las diversas fuentes que incursionan en el tema-, no resulta tan relevante como la situación que han dejado tras de sí.
Aunque la aplicación de las medidas activas de salvataje económico no crearon los déficits fiscales ni el endeudamiento público, sí han contribuido –en medio de una situación de crisis, donde es común que se deterioren las condiciones generales de la economía- a agravarlos. La situación resulta muy compleja para los países más desarrollados. En Estados Unidos, la deuda pública rebasó los 15,5 billones de dólares, superando el monto de su PIB, mientras que el déficit fiscal se eleva por encima del 8% (Cobarrubia, 2012). Japón, inmerso en las contradicciones entre su crisis estructural que data de los años 1990 y los embates del terremoto y el tsunami, en 2011 concluyó con una deuda gubernamental valorada en el 233% del PIB, mientras que desde 2009 las cuentas del gobierno han experimentado todos los años déficits fiscales ascendentes a más de 7% del PIB (FMI, 2011 citado por Senra, 2012). Para la Unión Europea la situación no es mucho mejor. A pesar de la existencia del Pacto de estabilidad y crecimiento europeo [9] , que establece ciertos límites orientados a alcanzar la estabilidad macroeconómica indispensable para la unión monetaria –déficit fiscal inferior al 3% y deuda pública hasta el 60% del PIB- allí el promedio del endeudamiento público resulta del 82,2%, mientras que el déficit en las cuentas gubernamentales es del 6,6% (Eurostat 2012a) [10] .
Fue precisamente en el seno de la zona euro donde comenzó el otro drama de la crisis, donde se empezó a hablar de la posibilidad de que existan estados quebrados, que no pueden pagar sus deudas, y se plantea la necesidad de rescatar a estos estados que anteriormente fueron “rescatadores”. Es en medio de esta situación que la concepción de una política de rescate dio un giro de 180 grados y se relanzó el discurso neoliberal del equilibrio fiscal como objetivo a alcanzar a toda costa, aunque se conoce que restringir el gasto público actúa en la economía como una política procíclica, lo que bajo las actuales circunstancias echaría más “leños al fuego”, elevando el riesgo de un agravamiento de la crisis a nivel global.
Aquí se pone de manifiesto el verdadero sentido de la política económica en estos países, que no dudó en poner miles de millones de dólares en las manos de aquellas instituciones que se lanzaron al juego irresponsable de la especulación y la posesión de “activos tóxicos” y como el rescate no logra reactivar el dinamismo de la economía, los pueblos entonces tienen que pagar por segunda vez el costo de esa irresponsabilidad, a través de los recortes en el presupuesto fiscal que se están planteando, cuyo componente en disminución de gastos sociales es significativo, y que adicionalmente continuarán agravando la situación del empleo en la medida que se vayan instrumentando las restricciones previstas.

Las políticas procíclicas y la respuesta popular.
Llegado este punto pudiera afirmarse que los ajustes económicos son expresión concreta del agotamiento de las políticas de rescate, mientras que se va mostrando el compromiso del gran capital con su autopreservación, aunque ello implique el riesgo de agravar aún más las condiciones de crisis imperante en la economía y hacer aún más patente el deterioro social.
Los términos en los cuales se ha establecido la reducción del gasto gubernamental en Europa son esclarecedores. En Francia, se considera que el presupuesto será "uno de los más austeros que ha conocido… desde 1945" (La Vanguardia, 2011). En España, tras aprobar el presupuesto para 2012, se indica que el recorte es de los mayores “en décadas” (DPA, 2012). Con anterioridad, el Reino Unido había concebido aplicar “el plan de ajuste más ambicioso desde la guerra”, proyectando restringir el gasto en 95 mil millones de euros, de los cuales 20 mil millones de euros se asociaban a recortes directamente vinculados con ese “estado de bienestar”, que poco a poco ha ido desapareciendo en Europa (El Mundo, 2010).
La situación se hace mucho más compleja en aquellos casos de estados “rescatados” del impago a través de los mecanismos conjuntos establecidos por las instituciones europeas y el FMI. Estos países han sido sometidos a la adopción de rigurosos programas de ajuste, donde se recrean las recetas fondomonetaristas aplicadas en el Tercer Mundo cuyos efectos sociales catastróficos han sido analizados en múltiples ocasiones. El amplio conjunto de medidas incluye una profundización en las prácticas neoliberales, donde no faltan la privatización de los bienes estatales, los recortes de gastos sociales, el congelamiento de salarios para los funcionarios públicos, entre otros.
Para tratar de “estandarizar” la austeridad, y evitar problemas similares en el futuro, en el seno de la Unión Europea, - sin lograr el apoyo del Reino Unido y la República Checa- ahora se trata de poner en funcionamiento un pacto con el objetivo de penalizar los desequilibrios en el presupuesto cuando pasan de ciertos rangos. En el nuevo Tratado para la Estabilidad, la Coordinación y la Gobernanza en la Unión Económica y Monetaria, que debe entrar en vigor a inicios de 2013, se incluye una “regla de oro”, destinada a limitar el déficit estructural anual –excluyendo los gastos e ingresos de carácter cíclico- al 0,5% del PIB (EFE, 2012b). Al respecto, en su trabajo ¿Cómo crear una depresión? Feldstein (2012a), hace hincapié en que estos ajustes coartarán las posibilidades de funcionamiento de los “estabilizadores automáticos” [11] de la economía. Este último concepto –que puede compartirse o no- es útil para entender los efectos procíclicos que la aplicación de estos límites van a tener, a lo que podía agregarse el impacto social negativo de los recortes que se realicen en virtud del cumplimiento de la nueva legislación.
Estados Unidos, inmerso en una peculiar situación, también tiene su propia agenda de reducciones presupuestarias, donde la contracción del abultado presupuesto de defensa viene sumado el recorte del gasto en seguro social y seguro médico. Allí, donde la incertidumbre en el decursar de la crisis predomina, tras un intenso debate en el Congreso que se vio plagado de encontrados intereses demócratas y republicanos, se plantea una contracción del gasto gubernamental valorada en 2,4 billones de dólares en 3 años, un monto similar al tope aprobado para incremento de la deuda pública (Cobarrubia, 2012).
Japón, por su lado, se proyectó para el año fiscal 2012 un presupuesto de 90,3 billones de yenes, una cifra inferior al de 2011. Esto en la práctica significa el primer decrecimiento del presupuesto en seis años, sin embargo a esa suma han de adicionarse los 3,77 billones planeados para la las labores de reconstrucción y los 2,6 billones destinados a bonos especiales para pensionados, lo que convierte el gasto previsto en el mayor de la historia (The Japan Times, 2011 y Senra, 2012).
Pero la tranquilidad de la que habían disfrutado las cúpulas de poder para hacer y deshacer en materia de política económica, y que había predominado –salvo algunos momentos excepcionales- desde los primeros momentos de la crisis se viene acabando. Paulatinamente han comenzado a surgir movimientos contestatarios en el seno de los pueblos, golpeados por la crisis y las políticas reaccionarias que se vienen instrumentando. Como ejemplos pudieran mencionarse las manifestaciones del pueblo griego, el movimiento 15-M en España, y los síntomas de la indignación se han dado en muchos otros países, como Israel, -hasta Australia llegó el movimiento- y en Estados Unidos, donde se trata de Ocupar Wall Street como respuesta a la enorme desigualdad existente en ese país. Esta respuesta popular al menos abre las posibilidades para ir gestando una resistencia que evite la crudeza del impacto tal y como se ha transferido a las clases más vulnerables.

La “crisis de las soluciones” y las perspectivas para la economía mundial
Del análisis realizado hasta este punto puede extraerse la siguiente idea: La economía mundial ha quedado atrapada en la contradicción que surge de una crisis que no cesa y el agotamiento en los márgenes de maniobra para apuntalar la economía a través de la política económica. Mientras ello sucede, se va imponiendo la tendencia hacia el predominio de políticas procíclicas que contribuyen a profundizar y prolongar la debacle económica.
La nueva fase de desaceleración de la economía global ya se viene sintiendo por todo el orbe y comienza a reflejarse en los indicadores que se van dando a conocer. Vale la pena recordar que a inicios del año, el Banco Mundial (2012a) afirmaba que “en enero de 2012, el mundo está viviendo uno de los escenarios más pesimistas que se barajaban solo hace seis meses”.
Una aproximación a la posición que sostienen algunos de los organismos internacionales que prevén el desempeño futuro de la economía mundial puede contribuir a aclarar aún más las perspectivas inmediatas. Las Naciones Unidas, en el informe Situación y Perspectivas de la Economía Mundial 2012, afirmaban que “La economía mundial se encuentra al borde de otra crisis importante. El crecimiento de la producción se ha desacelerado considerablemente durante el año 2011 y para los años 2012 y 2013 se prevé que el crecimiento será anémico”. En este sentido, el organismo internacional está previendo tres escenarios, que abarcan el diapasón de posibilidades entre las cuales ha de moverse la economía global. El escenario base que ha concebido la ONU proyecta en 2012 que el incremento del PIB global será de 2,6%, mientras que de materializarse el escenario optimista podría esperarse una elevación del 3,9% y en el caso del pesimista de solo el 0,5%. Ha de notarse que dos de esas opciones expresan una disminución en el ritmo de crecimiento de la economía mundial (ONU, 2011).
El Fondo Monetario Internacional, entre septiembre de 2011 y enero de 2012 revisaba a la baja sus pronósticos de crecimiento en -0,7%. Para este organismo, la economía global deberá crecer durante 2012 un 3,3%, una tasa inferior al 3,8% del incremento registrado en año anterior (FMI, 2012).
El Banco Mundial (2012a), en sus Perspectivas Económicas Globales considera que la economía mundial crecerá en 2012 entre un 2,5% y un 3,1% o sea, cifras inferiores al 3,6% pronosticado en junio de 2011. Además en este estudio se proyecta una contracción del PIB en la zona euro del 0,3%, mientras para Estados Unidos y Japón el crecimiento será de apenas un 1,9% y 2,2% respectivamente. Los países subdesarrollados, por su lado, pasarían del 6% de crecimiento en 2011 al 5,4% en 2012.
Sobre estos últimos, es importante traer a colación la alerta que realizara John Saxe Fernández (2012), en el sentido de que la disminución en su ritmo de crecimiento puede conducir hacia un “acople recesivo” –o depresivo- a nivel mundial, donde las economías subdesarrolladas que hasta ahora habían sido menos afectadas por la crisis se incorporen –por múltiples causas- a una espiral recesiva. En algunos de estos casos, como Brasil, India y, en menor medida, Rusia, Sudáfrica y Turquía (Banco Mundial, 2012a), ya se están viendo una disminución en las tasas de crecimiento, aunque esta puede ser todavía más pronunciada.
No por gusto, para el profesor James Petras (2011) “la perspectiva social, política y económica para 2012 es extremadamente negativa. El consenso casi universal, incluso entre los economistas ortodoxos convencionales, es pesimista respecto a la economía mundial. Aunque incluso aquí sus predicciones subestiman el alcance y la profundidad de la crisis, hay poderosas razones para creer que 2012 será el principio de un declive mayor que el experimentado durante la Gran Recesión de 2008 a 2009. Con menos recursos, mayor deuda y una creciente resistencia popular a salvar el sistema capitalista, los gobiernos no pueden rescatar el sistema”.
El contexto futuro, también se verá especialmente influenciado por las tendencias del empleo [12] y la necesidad generalizada de crear nuevos puestos de trabajo que permitan alcanzar estabilidad en el crecimiento económico.
A inicios del mes de marzo una noticia recorría el mundo: “Lehman Brothers sale de la quiebra” (El Mundo, 2012), pero más que a una resurrección de la empresa, la noticia se dedicaba a informar sobre la liquidación final de sus activos para comenzar el pago de la enorme deuda contraída con los acreedores. Sin embargo, ¿quién compensa a los pueblos por el sufrimiento humano que han debido soportar tras el arribo de esta crisis?
Bibliografía
· El Mundo (2010). Reino Unido presenta el plan de ajuste más ambicioso desde la guerra. Elaborado por Eduardo Suárez. Publicado el 20 de octubre. Disponible en:http://www.elmundo.es/elmundo/2010/10/20/internacional/1287579057.html (Consulta: 10 de Febrero de 2012).
· El Mundo (2012). Lehman Brothers sale de la quiebra. Disponible en: http://www.elmundo.es/elmundo/2012/03/06/economia/1331052217.html


[1] Sobre la evolución de la crisis económica global entre 2007 y 2009 véase Andrés, Guillermo (2010). Análisis de la crisis económica mundial (2007-2009…) y sus perspectivas. Trabajo de Diploma. Tutor Dr. Osvaldo Martínez. Universidad de Matanzas “Camilo Cienfuegos”. Matanzas.
[2] Si se contabilizan los trabajadores “desalentados” o que dejaron de buscar empleo, el desempleo mundial subiría de los actuales 197 millones a 225 millones, y la tasa de desempleo aumentaría de 6% al 6,9% (OIT, 2012).
[3] Al respecto pueden resultar de interés los análisis de Robin Broad y John Cavanagh, del Institute for Policy Studies en su artículo ¿Qué nos dicen realmente las estadísticas del Banco Mundial sobre la pobreza?, sobre la metodología de los cálculos sobre la pobreza a nivel mundial y la posible subvaloración de este indicador. Disponible en: http://www.eleconomista.cubaweb.cu/2012/nro417/eliminacion-pobreza.html
[4] Con independencia del “keynesianismo militar” practicado desde años anteriores.
[5] Véase Samuelson, Paul. Economía. Partes V-VI y VII. Decimocuarta edición. La Habana.
[6] Son miembros de este grupo: Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Estados Unidos, Francia, India , Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, República de Corea, Rusia, Sudáfrica, Turquía y la Unión Europea (G-20, 2011).
[7] En este sentido el congelamiento de salarios y otras medidas sobre el sector público que se han dado en torno a los ajustes resultan abordados dentro de la política fiscal.
[8] La política monetaria, se relaciona directamente con la oferta de dinero que el Banco central pone a disposición de la economía, mientras que son competencia de la política fiscal, los ingresos y gastos del estado, es decir, es la política que se asocia con el manejo del presupuesto de una nación.
[9] El Pacto de estabilidad y crecimiento europeo contiene cuatro criterios de convergencia que deben ser respetados para participar en la tercera fase de la Unión Económica y Monetaria y poder introducir, por lo tanto, el euro. Esta información se puede ampliar en: http://europa.eu/scadplus/glossary/ convergence_criteria_es.htm
[10] En el caso de la Zona Euro, la deuda pública representa el 87,4% del PIB. En el caso más crítico se encuentra Grecia, donde esta equivale al 159,1% del PIB, aunque en otros 3 países esta alcanza los tres dígitos (Eurostat, 2012a).
[11] El análisis de la CBO -Oficina de Presupuesto del Congreso de los Estados Unidos (CBO, por sus siglas en inglés)- denomina “estabilizadores automáticos” a las variaciones del déficit presupuestario inducidas por las condiciones cíclicas, según la teoría de que la recesión económica produce una disminución de los ingresos fiscales y un aumento del gasto público (principalmente, en la forma de prestaciones de desempleo y otras transferencias) que en conjunto contribuyen a la demanda agregada y de ese modo ayudan a estabilizar la economía (Feldstein, 2011).
[12] Actualmente en todo el mundo se encuentran desempleados 27 millones más de personas que al inicio de la crisis (OIT, 2012). Para febrero de 2012 el desempleo en Unión Europea alcanzó el 10,2%, y en el caso de España este se elevó al 23,6% (Eurostat, 2012b). Estados Unidos según fuentes gubernamentales, en marzo de 2012 registró el una tasa de desempleo del 8,2%, (BLS, 2012), y en el caso de Japón, aunque este indicador se encuentra relativamente bajo, se ha constatado una tendencia al alza en los últimos meses (Statistics Bureau of Japan, 2012).

Lic. Guillermo L. Andrés Alpízar es investigador del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Rebelion. Elogio del pensamiento crítico

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Rebelion. Elogio del pensamiento crítico

Elogio del pensamiento crítico


Texto leído en el evento En defensa del pensamiento crítico, realizado el miércoles 9 de mayo de 2012 en la sede de la Universidad Pedagógica Nacional.

“ Quien quiera hoy día combatir la mentira y la ignorancia y escribir la verdad, tiene que vencer, por lo menos, cinco obstáculos. Deberá tener el valor de escribir la verdad, aun cuando sea reprimida por doquier; la perspicacia de reconocerla, aun cuando sea solapada por doquier; elarte de hacerla manejable como un arma; criterio para escoger a aquellos en cuyas manos se haga eficaz; astucia para propagarla entre éstos. Estos obstáculos son grandes para aquellos que escriben bajo la férula del fascismo, pero existen también para aquellos que fueron expulsados o han huido, e incluso para aquellos que escriben en los países de la libertad burguesa”.
Bertolt Brecht , “Cinco obstáculos para escribir la verdad”, en El arte y la política, Editorial Nueva Nicaragua, Managua, 1985, pp. 222-223. (Énfasis en el original).
“ ¿No tienes enemigos? ¿Cómo que no? ¿Es que jamás dijiste la verdad, ni jamás amaste la justicia?”.
Santiago Ramón y Cajal, citado en Eduardo Galeano, Los hijos de los días, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2012, p. 386.

El término Pensamiento Crítico puede resultar siendo una abstracción y hasta tener un carácter t autológico, si no se precisa qué se entiende por tal denominación. Una abstracción que puede convertirse en un mero enunciado, que se repite sin mucho cuidado. Una tautología porque en rigor todo pensamiento que amerite tal nombre debería ser crítico con todo lo existente y consigo mismo. Pero como hoy se han entronizado en el mundo entero un conjunto de banalidades propias de un pensamiento único, un pensamiento sumiso y un pensamiento abyecto, adquiere sentido hablar de pensamiento crítico, no sólo para diferenciarse de estas formas sino para rescatar la esencia de una reflexión que no se quede en la mera contemplación, aceptación o apología de todo lo existente. En ese orden   de ideas, y de manera algo esquemática, intentaremos precisar cuáles serían en nuestro sentir y entender las características del pensamiento crítico, que se encarna, por supuesto, en hombres y mujeres de carne y hueso, quienes son los pensadores y las pensadoras críticos.
1
Es un pensamiento histórico: El sistema capitalista se presenta a sí mismo como el fin de la historia, el mejor de los mundos, una realidad insustituible sin pasado ni futuro y la realización plena del presente perpetuo, que siempre gravita sobre lo mismo: sobre la producción mercantil y el consumo exacerbado. Ni antes ni después del capitalismo se concibe la existencia de otras formas de organización social, porque todo se sujeta al endemoniado ritmo de la pretendida “destrucción creadora”, que promete un reino eterno, aquí en la tierra, de opulencia y derroche. Para que todas estas falacias se impongan se hace necesario cortar los vínculos de los seres humanos con la historia, o mejor dicho, negar que nosotros somos seres históricos, que estamos anclados al mismo tiempo en el pasado, el presente y el futuro, y que en el pasado relucen los destellos de proyectos y alternativas de los vencidos que iluminan el futuro, para que el presente no aparezca como una fatalidad que tenemos que aceptar y contra la cual nada podemos hacer. Por eso, se ha impuesto la amnesia y el olvido, para que aceptemos que siempre ha existido y existirá el capitalismo, sin que podamos concebir otras formas de organización social y otras maneras de relacionarnos entre nosotros y con la naturaleza.
Para enfrentar esos prejuicios sobre la eternidad del presente capitalista, la historia debe ser un instrumento indispensable de análisis y reflexión que nos ayude a recuperar otras perspectivas, que nos recuerdan que el capitalismo es sola una relación social históricamente constituida, que no representa ni mucho menos el fin de la historia. El conocimiento histórico nos ayuda a comprender que el presente actualmente existente es el resultado de procesos complejos en donde, entre muchas alternativas, se impuso, a menudo con la violencia y la irracionalidad, solo una de ellas. En breve, el pensamiento crítico se sustenta en aquella célebre propuesta de Pierre Vilar de pensar históricamente, para ubicar, localizar, relativizar, fechar, explicar, comprender y contextualizar todos los procesos existentes, incluyendo al capitalismo.
2
Es un pensamiento radical:   Para develar la injusticia y la desigualdad se hace necesario ir a la raíz misma de los fenómenos, con la finalidad de explicar sus causas fundamentales. Esto es lo que quiere decir el término radical, hurgar en el transfondo de los procesos, y no quedarse prisionero en el mundo de las apariencias. Un pensamiento radical supone escudriñar sin concesiones en los mecanismos que mantienen la dominación, la explotación y la opresión, llamando a las cosas por su nombre, y desmontando las falacias ideológicas que se emplean para encubrir con eufemismos la dura realidad. Por supuesto, la radicalidad del pensamiento no es una cuestión puramente lingüística o retórica, puesto que la misma utilización de ciertos conceptos (como capitalismo, imperialismo, clases sociales, desigualdad) implica la adopción de un punto de vista, que tiene consecuencias prácticas, en la vida de las personas que asumimos ese tipo de crítica radical.
3
Es un pensamiento anticapitalista:   En sentido estricto, en la actualidad un pensamiento radical tiene que ser anticapitalista, porque durante dos décadas se nos anunció que el mercado perfecto se había hecho realidad tras la desaparición de la Unión Soviética y su imposición garantizaba el crecimiento ilimitado y la satisfacción, vía consumo, de las necesidades de todos los habitantes del planeta. Estas mentiras han quedado hechas añicos por la crisis capitalista que se ha extendido por el mundo desde el 2008, en la que se ha evidenciado que el costo de la crisis la pagan los trabajadores, y los pobres, como lo estamos viendo en la Unión Europea, modelo por excelencia del triunfalismo capitalista, pero que hoy hace agua por todos los costados y que sitúa al mundo en la peligrosa disyuntiva fascista de la década de 1930. Si las cosas son así y se ha hecho palpable que el capitalismo en lugar de contribuir a solucionar los problemas de la humanidad los tiende a agravar con su lógica mercantil, basada en el lucro y el crecimiento ilimitado, es necesario volverse a plantear una propuesta que vaya más allá del capital.
4
Es un pensamiento abierto: Para ser radicalmente anticapitalista es indispensable apoyarse tanto en las más diversas tradiciones revolucionarias como en el conjunto de las ciencias y las artes. El pensamiento crítico precisa del dialogo permanente con diversos legados emancipatorios que se han ido construyendo durante varios siglos en distintos lugares del planeta, entre los que sobresale el pensamiento de Marx y sus seguidores más lúcidos, el anarquismo, el ecologismo, el feminismo, el indigenismo y todo lo que ayude en el propósito de reconstruir una agenda de lucha contra el capitalismo y el imperialismo. Así mismo, como nos lo han enseñado los grandes pensadores de nuestra América y de otros continentes (como José Carlos Mariategui, Antonio Gramsci, George Lukacs), la reflexión crítica se enriquece en un dialogo fecundo con las ciencias y la técnica, un intercambio necesario para afrontar la crisis civilizatoria a la que nos ha conducido el capitalismo y en la cual todos estamos inmersos. Porque esa crisis no se comprende al margen de los impactos nefastos y contradictorios de las tecnociencias, lo que obliga a tener unos mínimos rudimentos sobre las mismas, que permitan esbozar una distancia crítica y mucha mesura y circunspección. 
5
Es un pensamiento que cuestiona la idea optimista de progreso: Tras constatar los costos contradictorios de la filosofía de progreso, con todo su cortejo de muerte y destrucción, es pertinente cuestionar al progresismo, en todas sus variantes, y en especial el culto a la tecnociencia, por todas las implicaciones prácticas que tiene. Hoy, cuando se ha impuesto la razón instrumental y se ha generalizado el fetichismo de la mercancía que alienta la lógica irracional de producir para consumir en un círculo vicioso cada vez más destructivo, se torna urgente problematizar los proyectos progresistas que se sustentan en el tener sobre el ser, en la cuantificación abstracta propia de la mercancía despreciando el valor de uso, en la idea de consumir hasta el hartazgo como sustituto del buen vivir en condiciones dignas. La crítica a la filosofía del progreso es indispensable para abandonar las ilusiones sobre las soluciones técnicas como forma de resolver los problemas que ha generado el capitalismo (como los trastornos climáticos o la destrucción de los ecosistemas), y volver a priorizar las soluciones sociales y políticas. Por todos los avatares de los fallidos proyectos anticapitalistas del siglo XX y de la tragedia ambiental y humana que se vive en China, ya no es posible seguir rindiendo culto al Progreso. Esto, desde luego, resulta una idea poco popular por la imposición generalizada del consumo de artefactos tecnológicos en la vida cotidiana, pero que necesita plantearse para estudiar a fondo las consecuencias nefastas de la ampliación a algunos reducidos sectores de la población del modo estadounidense de producción y de consumo, frecuentemente aplaudida como la máxima expresión de progreso, y que destruye a la naturaleza y a los pobres.
Hay que decirlo, esto no supone el abandono ni de la ciencia ni de la técnica, como frecuentemente lo sostienen quienes creen que criticar al progreso es rechazar por completo la modernidad y retroceder a la época de las cavernas. Más bien de lo que se trata es de rescatar lo mejor de la modernidad para pensar en construir otro tipo de civilización ecosocialista. 
6
Es un pensamiento ecologista y antipatriarcal: La destrucción ambiental se ha generalizado en el planeta, y Colombia no es la excepción, y más ahora con las locomotoras de la minería y el libre comercio.   El ecocidio avanza de manera incontenible al ritmo de la expansión capitalista por los cinco continentes, como lo demuestran las cada vez más frecuentes catástrofes sociales, que resultan de la destrucción de la naturaleza y de la mercantilización de los bienes comunes. Esto obliga a atender, mediante la reflexión analítica, el estudio de los límites ambientales del capitalismo y los peligros que eso entraña para grandes porciones de la población, en primer lugar los más pobres. Se necesita de una nueva sensibilidad que incorpore a la crítica anticapitalista, que ha estudiado a fondo la contradicción capital-trabajo, una crítica de similar importancia que dilucide la contradicción capital-naturaleza, y que involucre a todos los sujetos sociales afectados por esta segunda contradicción. En consecuencia, el pensamiento crítico requiere ser profundamente ecologista, en una perspectiva que sea un complemento indispensable del anticapitalismo.
Al mismo tiempo, dados las notables contribuciones teóricas de diversas corrientes del feminismo, en consonancia con el sometimiento de la mayor parte de las mujeres, es prioritario que el pensamiento crítico asuma el cuestionamiento del patriarcado y de todos sus componentes de opresión y de marginación de la mitad del género humano.
7
Es un pensamiento nacionalista e internacionalista a la vez:   El capitalismo realimente existente y sus ideólogos, entre los que sobresalen los neoliberales, se han encargado de construir un falso dilema: ellos presentándose como los globalizadores por excelencia, abjuran de todo lo relacionado con lo nacional, como propio del atraso y de la barbarie. Esto lo han hecho con la finalidad de justificar la entrega de la soberanía de los países y el regalo de los bienes comunes que se encuentran en sus territorios, todo a nombre de una pretendida modernización global. Al mismo tiempo, como respuesta a ese universalismo abstracto, otros portavoces del capitalismo han suscitado feroces guerras xenófobas en varios continentes, que han suscitado la xenofobia y la limpieza étnica.
Contra ese falso dilema –entre el universalismo abstracto y el chovinismo nacionalista-, el pensamiento crítico debe y tiene que reivindicar otro tipo de nacionalismo, junto con el internacionalismo. No se puede abjurar de lo mejor de la configuración nacional en nuestra América, máxime en estos tiempos de la vergonzosa desnacionalización que han impulsado las clases dominantes en estos países, como se patentiza en Colombia. Esto no supone reivindicar ni mucho menos un trasnochado patriotismo barato, propio de la mentalidad retrograda de los terratenientes y ganaderos de Antioquia y otras regiones de este país. Quiere decir, por el contrario, postular un nacionalismo cosmopolita, basado en la máxima de José Martí: “Patria es humanidad”. Como quien dice, que estemos asentados en nuestro territorio, pero para comprender mejor el mundo relacionarnos en forma más adecuada con los otros países, y no creernos ni mejores ni peores que los demás. Ese internacionalismo, además, es urgente tanto para recuperar las mejores tradiciones de lucha de los dos últimos siglos en nuestra América, como para solidarizarnos y compartir las utopías de los oprimidos del mundo entero.
8
Es un pensamiento anticolonialista y antiimperialista:   Por reivindicar lo mejor de lo nacional y lo mejor del mundo, el pensamiento crítico es, tiene que serlo, anticolonialista y antiimperialista, porque hoy se ha reforzado el colonialismo, que había sido seriamente debilitado en la década de 1960 con la extraordinaria lucha de liberación nacional que adelantaron los pueblos africanos y asiáticos, cuya gesta hizo gravitar la historia universal entrono a lo que por entonces se llamaba el Tercer Mundo. Esta epopeya anticolonialista generó imperecederos aportes intelectuales al pensamiento universal, representados en la obra de Franz Fanón, Walter Rodney, Amílcar Cabral o Aimé Césaire. Como ha quedado en evidencia hoy, el colonialismo en realidad nunca desapareció, sino que más bien se encubrió bajo otros mantos y emergió con toda su fuerza en las últimas décadas, asumiendo el viejo discurso eurocéntrico con la retórica de la globalización. Esta nueva conquista, la colonización externa, en el caso de nuestra América, viene acompañada de ese otro fenómeno que existe en este continente desde hace cinco siglos, pero del que poco se habla, del colonialismo interno, agenciado por las clases dominantes para mantener sus privilegios a costa de la exclusión, discriminación y explotación de indígenas, afrodescendientes y mestizos pobres.
La nueva colonización es también, como siempre lo fue, cultural, y ahora académica, porque de los centros hegemónicos de la cultura universitaria se imponen nuevas modas intelectuales, que desdicen y niegan de lo propio de la realidad de nuestro continente, de sus procesos de lucha y de sus propios proyectos culturales, para implantar un lenguaje artificial e impostado, elaborado para congraciarse con los nuevos imperialistas y sus mandarines intelectuales. En consecuencia, el pensamiento crítico debe estar atento a beber de lo más diversas fuentes, pero sin caer en las tentaciones de la novedad y de las modas efímeras, impuestas desde Nueva York o desde Paris.
9
Es un pensamiento que reivindica a los oprimidos de todos los tiempos y a sus luchas: El pensamiento crítico pretende develar los mecanismos de explotación y opresión en el presente, apoyándose en una visión histórica en la que emergen los sujetos que se han rebelado contra las diversas formas de dominación en diversas épocas. El conocimiento de los procesos históricos señala que incluso en las peores condiciones, como en la época de la esclavitud moderna, que perduró cuatro siglos (entre 1500 y 1890), hubo protestas, sublevaciones y rebeliones, propias de lo que puede llamarse la hidra de la inconformidad de los plebeyos. Cual hidra mitológica que renace aunque se le destruya la cabeza, lo mismo ha sucedido en diversos momentos de la historia del capitalismo, cuando a pesar de la tortura, persecución y asesinato de líderes y dirigentes populares, la protesta de los subalternos reaparece una y otra vez. Estudiando las luchas de los vencidos, se alimenta el fuego de la inconformidad en el presente, porque aquéllos nos acompañan desde la posteridad, con la memoria de sus acciones, de acuerdo al postulado de Walter Benjamin de no pedir “a quienes vendrán después de nosotros la gratitud por nuestras victorias sino la rememoración de nuestras derrotas. Ese es el consuelo: el único que se da a quienes no tienen esperanza de recibirlo” 1 . En resumen, el síndrome de Espartaco basado en el lema “Me rebelo, luego existo”, debería sintetizar la rememoración de los que han luchado en todos los tiempos, un componente indispensable del pensamiento crítico.
10
Es un pensamiento comprometido y no meramente contemplativo:   Los enormes problemas que afronta el mundo actual, agravados todavía más en nuestro continente por la dependencia y servilismo de las clases dominantes, requieren tanto de una reflexión seria y rigurosa, como del involucramiento de esa reflexión con los problemas de la gente común y corriente. En pocas palabras, se trata de que el pensamiento se encarne en sujetos concretos para devenir en praxis transformadora, a la luz de los problemas específicos que afronta la mayor parte de la población. No estamos hablando de una instrumentalización artificial de las ideas, que abjure de la importancia de la reflexión y que desprecie el trabajo intelectual, sino de la necesidad de vincular, de alguna manera, esas reflexiones con los problemas reales de la gente. Me gusta reivindicar nuestra actividad como propia de los trabajadores del pensamiento, como lo hacia Julio Antonio Mella cuando decía: “Intelectual es el trabajador del pensamiento. ¡El trabajador!, o sea, el único hombre que a juicio de Rodó merece la vida, es aquel que empuña la pluma para combatir la iniquidades, como los otros empuñan el arado para fecundizar la tierra, o la espada para libertar a los pueblos”  2  . Si situamos la elaboración de pensamiento crítico como un trabajo, y no como una refinada actividad especulativa al margen del mundo real, tendremos más oportunidad de vincularnos con el resto de trabajadores, incluyendo a los que con sus manos laboran la tierra o fabrican las cosas. Así podríamos declarar, a nuestra actividad como una artesanía del pensamiento, una artesanía que genera productos intelectuales que, directa o indirectamente, deben tener alguna utilidad para la gente.
Por otra parte, el pensamiento crítico no abjura de sus compromisos y por eso sabe que es perseguido y reprimido, porque pretende encarnar otro proyecto de mundo y de sociedad, que resulta insoportable para los detentadores del poder y la dominación en nuestro tiempo, donde quiera que se encuentren. El pensamiento crítico hace suya la consigna del filósofo de Tréveris, su undécima tesis: “Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo, de lo que se trata es de transformarlo”.
En ese mismo sentido, el pensamiento crítico además de estar comprometido con los pobres y desvalidos, es un pensamiento alternativo, porque con ellos busca elaborar propuestas anticapitalistas, planteando que otro mundo es posible y necesario, si no queremos que el capitalismo sea el fin de la historia en el sentido literal de la palabra, si dejamos que nos destruya a todos y a nuestro planeta. 
11
Es un pensamiento universitario y extrauniversitario al mismo tiempo: La universidad pública ha sido una conquista de las sociedades latinoamericanas, conquista lograda con mucho esfuerzo y con el sacrificio de estudiantes y de profesores. Durante mucho tiempo se ha buscado que esta universidad fuera un espacio democrático y popular, lo que efectivamente se logró en algunos países de la región, México es el principal ejemplo. En los demás, a pesar de los obstáculos, la universidad pública ha sido durante algún tiempo el faro intelectual que alumbraba con ideas y proyectos transformadores, que incidieron fuera de los campus universitarios. Ahora estamos asistiendo a la transformación de la Universidad Pública en un mercado educativo que vende servicios y quiere convertir a profesores y estudiantes en oferentes y clientes de combos mcdonalizados. Para hacer realidad ese propósito es indispensable erradicar de los campus a todos aquellos que cuestionen, critiquen y duden, ya que la universidad de la ignorancia requiere profesores, estudiantes y funcionarios obedientes y sumisos. En concordancia, la consigna de los mercaderes de la educación es erradicar el pensamiento crítico del mundo universitario, so pretexto de que no es ni útil ni rentable. Esa es la situación que hoy afrontamos de manera directa todos los que hemos hecho de la universidad pública nuestro proyecto de vida. Es necesario, entonces, defender ese territorio democrático de los embates del capital nacional y extranjero, para preservar la libre exposición y discusión de ideas, proyectos y propuestas para construir naciones y sociedades justas e igualitarias.
Puesto que el mundo universitario solamente representa a un ámbito reducido de la población y grandes problemas de la sociedad son asumidos por organizaciones populares, que construyen sus propios instrumentos analíticos, es necesario que el pensamiento critico se relacione con esos proyectos y esas luchas, para que aprenda de ellas y se nutra de esas experiencias, a las que luego podrá realimentar en forma dialógica. Es decir, el pensamiento crítico también se construye fuera de los espacios universitarios, en la calle, en la plaza pública.  
12
Es un pensamiento digno: Para terminar, deben mencionarse las implicaciones éticas del pensamiento crítico, lo cual está relacionado con los intereses que representa, con las fuerzas sociales de las que aprende, se nutre y a la vez alimenta, y a los valores que defiende. Al respecto, la dignidad es una de sus características distintivas. Por dignidad entendemos muchas cosas, entrelazadas y complementarias: la independencia de criterio; la libertad de critica; la insubordinación; la defensa de los desvalidos; el valorar a las cosas por lo que son y no por su precio monetario; asumir los costos y las consecuencias de lo que se dice sin hacer concesiones ni traficar con los principios morales; no arrodillarse ni subordinarse a los amos y poderosos, a cambio de retribuciones, o reconocimientos formales, que buscan la claudicación; y, mantenerse al lado de los oprimidos sin importar que eso implique la marginación y la criminalización. El pensamiento digno no se vende por unas cuantas migajas, no se desmorona ante las lisonjas y halagos interesados de los mercachifles del saber y de la investigación, no se subordina a los dictados de la figuración mediática propia de la sociedad del espectáculo, no escribe ni diserta sobre aquello que proporcione dinero y fama, no negocia con el saber como si fuera una mercancía, no se cotiza en la bolsa de valores del arribismo intelectual. Quienes cultivan el pensamiento crítico caminan con rectitud con la frente bien en alto, por un sentido acendrado de dignidad, y no como le sucede a los portavoces de la mentalidad sumisa, por desgracia la vasta mayoría que, como lo afirma el dramaturgo italiano Darío Fo, “andan erguidos porque la mierda les llega hasta el cuello”.  
Notas:
1 . Citado en Michael Lowy, Walter Benjamin, aviso de incendio. Una lectura de las tesis “sobre el concepto de historia”, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2005, pp. 135.
2 . Julio Antonio Mella, “Intelectuales y tartufos”, en Escritos revolucionarios, Siglo XXI Editores, México, 1978, p. 44.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.


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Al lado vemos, para comparación, 1 millón y 10.000 dólares.
¡Uf ! Llegamos ahora a los mil millones de dólares...
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Está claro: si quieres atracar un banco y llevarte mil millones de dólares, necesitarás un camión.
Y este es el aspecto de 1 billón (un millón de millones) de dólares:
-cid_6_3558935829-web161302_mail_bf1_yahoo.jpgFíjate que son dos pisos de palets de 100 millones de dólares cada palet,
que ocuparían más que la superficie de un campo de fútbol...
-cid_7_3558935829-web161302_mail_bf1_yahoo.jpgAhora llegamos a los 15 billones de dólares:  
-cid_8_3558935829-web161302_mail_bf1_yahoo.jpg
Como puedes ver, la estatua de la Libertad empieza a inquietarse, pues esta suma es inferior
a la deuda de los Estados Unidos. que es de... ¡agárrate!:
114.5 billones de dólares.

Aquí la tienes, la deuda de USA, a la derecha de la foto
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Estos 114,5 billones de dólares es la suma que falta a los Estados Unidos para pagar la medicina, las jubilaciones, la seguridad social, la policía y los gastos militares...

Ahora bien, para obtener esta suma, solo hay dos opciones:

- El gobierno americano imprime estos billones de dólares (!)
- Los ciudadanos americanos sacan ese dinero de sus bolsillos.

Y mientras tanto, las agencias de calificación USA,
se atribuyen el derecho de juzgar la economía latinoamericana o europea...